Hablar es fácil, o al menos eso aparente ser pues cuando superas la etapa de los balbuceos y asimilas el lenguaje te puedes comunicar con las personas, tal vez en la infancia hacerte entender sea un poco complicado y después de unos intentos logras que los demás entiendan lo que dices, tu lenguaje es limitado, pero eso que mas da si logras lo que te propones.
En realidad el problema existe cuando quieres expresar tus pensamientos a través de el lenguaje escrito, poner en papel - ahora en una pantalla - y lograr que otros reciban el mensaje tal como deseas, es un asunto complicado.
Las reglas de los signos de puntuación son enseñadas desde la educación básica, se conocen desde que entras a la escuela y en tu paso por cada etapa los vuelves a recordar, son memorizados, se tiene la habilidad de poder decir exactamente lo que dice en un libro respecto a los signos de puntuación, sin embargo nunca se llegan a comprender en realidad.
Los puntos, las comas, los paréntesis, los guiones, rayas, son indispensables en una buena redacción, marcan el énfasis de una frase, la separación entre una idea y otra, el paso a un nuevo concepto, la explicación de un argumento, la ejemplificación o incluso la enumeración. Existen por una razón y cada uno posee sus reglas.
Dentro de la comunicación son insustituibles, pues al carecer de ellos algún texto pierde el sentido de lo que se quiere decir, la lectura se vuelve tediosa, no se logra comprender lo que nos han tratado de decir.
A nuestra edad hemos superado los obstáculos de la infancia, los que nos hacían cometer errores de pronunciación, confundíamos las palabras, hemos aprendido a expresarnos de manera oral, ahora debemos superar las dificultades del lenguaje escrito, conocer sus reglas, hacer un buen y correcto uso de sus elementos, como lo son los signos de puntuación.
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